Si hay algo que sabemos quienes vivimos en esta región, es que durante esta época del año el frío se torna insoportable, volviendo todo mucho más difícil, levantarse y no querer salir de casa, arrancar el auto y esperar un ratito. Pero ¿y los que no tienen una casa calentita? ¿Ni auto? ¿Ni siquiera leña? ¿Que hacemos con ellos?

Hoy, como todos los días, nuestra militancia nos encuentra en la calle -porque creemos que esa es la única manera que nos permite conocer a fondo las situaciones que se viven en los barrios- y al adentrarnos en el territorio nos encontramos (como cada año) con una realidad que no se modifica: la falta de red de gas en diversos sectores de la ciudad.

Si bien el Estado cuenta tanto con el recurso humano, como con programas sociales que permitirían avanzar en la resolución de esta problemática, el impedimento siempre es el mismo: la burocracia.

Burocracia que, como si fuera un juez, decide quien puede y quien no, mejorar su calidad de vida. «Que si la red de gas pasa o no por tu barrio», «que si tenes título de propiedad y recibo de sueldo», etc.

Entonces es allí donde surge la necesidad de tomar posición y las preguntas salen solas: ¿el Estado realmente cuenta con esas herramientas?; ¿Están planificadas en base a las posibilidades de los vecinos que sufren esta realidad y destinadas para quienes realmente las necesitan?; Si no es así, ¿que esperan para realizar los relevamientos correspondientes y modificarlas según las realidades observadas?

En fin, la desidia del Estado hoy tiene la pandemia como excusa salvadora para cualquier cuestionamiento que se le pueda realizar sobre los problemas que aquejan a la gente. Pero el resultado siempre es el mismo: oficinas -calentitas- llenas de burocracia y zapatos que siguen sin conocer el barro.
Del otro lado de la vereda, la gente: sin información, con frío, sin gas, sin leña y cansada de tantas excusas.

Diego Patiño, coordinador general de Barrios de Pie en Pico Truncado.